domingo, 30 de mayo de 2010

LAS CANARIAS

1.ª) Portuguesismos. El importante asentamiento de colonos portugueses en nuestras islas (que no se interrumpe hasta mediado el siglo XVII), particularmente vinculado a determinados oficios (marineros, maestros azucareros, agricultores, etc.), propició la incorporación al español insular de un nutrido contigente de voces de procedencia lusa (enchumbar, magua, liña, leito, emborrallarse, maresía, engodar, perlujo, etc.). Los lusismos léxicos, como también son conocidos, representan dentro de esta clasificación la aportación más importante tanto cuantitativa como cualitativamente. No se olvide que los portuguesismos, en contra de lo que sucede por lo común con los préstamos, figuran en Canarias en todas las categorías gramaticales, incluido el adverbio.

2.ª) Americanismos. Los contactos históricos con América han supuesto, como en otras parcelas de la cultura, una influencia en las dos direcciones. Justamente por eso es a veces difícil saber si determinado hecho lingüístico compartido, por ejemplo, por la América caribeña y Canarias partió de una orilla o de la otra del Atlántico. Con todo, son discretamente numerosos, en especial en determinadas islas (La Palma es tal vez el caso más claro), los americanismos léxicos de nuestro archipiélago (papa, guagua, guataca, guanajo, gandola, bemba, machango, sambumbiar, etc.).

3.ª) Guanchismos. La acción conquistadora y colonizadora, como ocurre por norma en estos casos, eliminó una parte importantísima de los bienes culturales de los pobladores prehispánicos de Canarias. Sin embargo, asociado a determinadas parcelas, particularmente a la ganadería caprina y a la botánica, ha quedado, excepción hecha, claro es, de los nombres propios toponímicos, un puñado estimable de voces de este origen (baifo, tafor, tajorase, tajinaste o taginaste, tagasaste, tabaiba, tedera, gofio, tagora, etc.).

Como sucede a menudo, estas palabras se suelen corresponder con entidades inexistentes en el ámbito vital de los conquistadores, sin que haya por tanto posibilidad de correlación lingüística. Su supervivencia se debe, por ello mismo, más a esta circunstancia que a la magnanimidad improbable de quienes resultaron victoriosos.

4.ª) Arcaísmos. El hecho de constituir Canarias un área marginal a la que, por consiguiente, las irradiaciones innovadoras procedentes de las zonas centrales llegan con retraso, ha significado que se haya mantenido en las Islas una serie de voces y acepciones ya desaparecidas o muy languidecientes en la Península. Recordemos que esta misma característica se ha atribuido tópicamente al español de ultramar, invocando parecidas razones. Sin entrar en los errores de planteamiento que tal hecho comporta (como ha hecho ver el profesor Lope Blanch para América), podemos admitir que, en efecto, muchos vocablos genuinamente castellanos conservan entre nosotros un vigor indiscutible, que contrasta con su agónica presencia peninsular. Es el caso de voces como bravo ‘furioso’, curioso ‘cuidadoso, higiénico’, demorarse ‘tardar, retrasarse’, liviano ‘ligero’, empalambrarse ‘inflamarse’, luego ‘pronto’, pescudar ‘sonsacar arteramente´, etc.

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